ATARDECER.
Son gigantes, están por todas partes, me miran, me observan,
pero no se mueven, no tiemblan, seguros de sí mismos. Con brazos de hierro se
abrazan, mantienen las distancias, vías de transporte que les recorren el
cuerpo, se introducen en sus entrañas y luego vuelven a salir. Sus cabezas
están tan altas que es imposible verlas, aunque sé que desde arriba permanecen
vigilantes. Creo que algo quieren contar, de algo quieren advertir.
Dormida, impasible a la situación, Morfeo vino a buscarla,
no hay nada que hacer. Cada vez nuestra distancia se acentúa más, físicamente
tan juntos pero una eternidad entre nosotros.
Parece que ahora han decidido cubrir el cielo con el manto
gris, plomo, como suelen decir aquí.
NOCHE.
Ahora ya es negro. Llantos en la noche, no auguran nada
bueno. Parece que ya lo sabían, eran conocedores, tan altos, tan grandes. Se
esconden tras el oscuro velo de la noche para no volver a aparecer. Luces de
colores como de una feria ambulante, un espejismo.
La noche es larga, abrupta, distante. La mirada recorre la
estancia, balanceante mirada, sin una visión clara; los ojos, se mueven una y
otra vez en su búsqueda incansable; la imaginación vuela, imágenes inertes
recorren el angosto camino de los pensamientos, cada visión es peor que la
anterior. Tambores. El tiempo pasa y en su transcurso la realidad se unirá a lo
imaginario. Ese es el temor, el miedo, la angustia, la rabia, la decepción,
desesperación, desfallecimiento, llanto.
Los músculos que antes parecían inmóviles reciben el impulso
eléctrico del cerebro, reciben la orden: ¡Muévanse!
Descienden. El contacto del frío metal en los pies no los
detiene a caminar, primero en una dirección, en dirección a la esperanza. Al comprobar
que el lugar se encuentra vacío el color verde desaparece de la mente, se
convierte en un azul oscuro muy triste, como el del mar en la noche, una noche
sin luna, sin estrellas. Los pies ya se dirigen temblorosos en la dirección
opuesta, vacilantes, con un rumbo claro pero con temor a lo que pueda venir,
ahora los pensamientos no dejan espacio a la duda. Un sentimiento contrariado
recorre el cuerpo, sabe lo que va a venir, ojala sea mentira, pero la única
manera de estar seguro es dejando que las extremidades inferiores sigan su
camino.
Ahora son las manos las que sienten el frío metal, los ojos
ven pasar esas líneas horizontales de arriba abajo, haciéndole saber al cerebro
que la ascensión marcha bien. Los tambores, que sonaban ya con ritmo desde que
los ojos habían dado la voz de alarma por su ausencia, sonaban ahora con más
fuerza. En cada escalón el ritmo cardiaco se incrementaba, dum, dum, dum, dum… El
sonido era insoportable, parecía que toda una tribu golpeara con fuerza la piel
tensa de sus instrumentos. Como si una esfera se hinchara en el interior y se deshinchara
con cada golpe percutido. Cada vez era más grande, cuesta respirar, mantener la
calma. Es una batalla interna donde se puede oír el rugido de los cañones, la
tempestad en el mar, los bramidos de un volcán que expulsa al infierno de sus
entrañas, a la bomba caer mansa del cielo que a Espronceda tanto le alegraba
ver caer; el instante más violento de la batalla de Lepanto, la tormenta que
hundió a la Armada Invencible, el terror en la cámara de gas.
Fuera todo parecía tranquilo, inalterable, un silencio
sospechoso, demasiado amable. El azul oscuro de antes empezaba a volverse de un
rojo destellante, infernal, bravío, rápido, amenazante, peligroso,
incandescente. Es cuando el hechicero aparece e introduce la mano en el pecho
para extraer, después de hacer crujir las costillas, el estómago, estrujándolo
hasta que por la presión los líquidos se escapan entre sus dedos. Todo eso
pasaba dentro de la muralla corpórea después de que las pupilas dilatadas
dejaran entrar aquella imagen, una imagen que ya era conocida, ya había pasado
una y otra vez por la mente, la diferencia es que ahora era verdad, estaba
allí, era la realidad, por fin el nexo de unión aparecía.
A partir de ese momento todo se volvió oscuro, todo se
congeló, helado viento soplaba en medio de la lengua del glaciar, en medio de
la nada, todo era distante, infinito, frío, muy frío, pero el sudor igual
manaba. La boca seca y el estómago vacío. En realidad todo estaba vacío, era un
vacío inmenso, todo había desaparecido, salvo la imagen, una imagen que está
grabada a fuego, y se repite. Es una proyección de diapositivas, mentira, de
diapositiva, solo una, que se repite una y otra vez, una y otra vez.
La sirena sale del agua, mojada, bella, pero traicionera,
embustera, malvada. A simple vista no lo parece pero así es, sin ninguna duda.
Quiere arrastrar al ente al fondo del océano, es su misión, sus ojos hipnotizan
pero ya son conocidos, por ello que no existe la confianza, no hay perdón que
valga, la noche es para el llanto, la amargura, no para el perdón.
Larga es la noche, parece que el tiempo se detiene a la
espera de que salga el sol, un sol que nunca sale, un sol que se ha apagado, ahora
todo es en blanco y negro, muerto, inerte, sin color, sin olor ni sabor, sin
luz ni claridad, todo parece envuelto por una niebla gris, densa, que no deja a
los pulmones funcionar, no es vapor de agua, es ácido, ahoga, adormece la
mente. La noche está concebida para dormir, no para hablar, para descansar, no
para persuadir.
AMANECER.
Parece que un rayo de sol quiere empujar el manto negro. Un
azul celeste tiñe el cielo. El verde de los árboles a ambos lados del río hace
que el corazón se relaje. La luz del día empieza a brotar, hay una tregua
aunque el frío de la noche pasada sigue anidado en lo más profundo. Las nubes
empiezan a pintarse de rojo, pero ahora ya no parece un color amenazador,
parece que el día quiere explotar, aunque aun hace frío. Ha sido una larga
noche.
DÍA.
Cada palabra que no quiero creer sale de su boca. Mentira,
sí quiero creer, quiero confiar, ¿por qué no? Quizás es eso, una mala praxis,
un intento fallido. Ha logrado su objetivo, pero no le gusta el resultado; el
cuerpo quiere perdonar, la mente, como siempre, cauta, fría, calculadora cree
que no es buena idea, sabe lo que puede pasar. ¡No tienes memoria, la memoria
soy yo! Le grita al corazón. Pero no quiere escuchar. El consejo de sabios se
ha reunido, escuchan los argumentos del acusado. No había consumido drogas, fue
un ataque premeditado, a sangre fría, aprovechando un desliz de la víctima.
¿Cuál es el fallo del jurado? La defensa, el corazón, intenta convencerles, no
tiene argumentos lógicos, como suele acostumbrar, siempre apela al sentimiento
utilizando las más oscuras y sucias triquiñuelas. En cambio, el cerebro utiliza
argumentos, él es el dueño y señor de todas las bases de datos de la memoria,
tiene la experiencia de lo sucedido en veces pasadas, lo tiene muy claro, no se
perdona.
Aunque el cerebro es quien tiene la última palabra el jurado
tiene una decisión, y él ha de acatar. “Se libera de todos los cargos al
acusado, démosle una segunda oportunidad tal y como pide”.
El cerebro no está contento con la decisión por ello avisa y
añade: “Estará en libertad condicional y a la mínima que se produzca el más
pequeño fallo se procederá a culparle con la máxima pena”.
Así continúa el día, parece que la luz ha borrado cualquier
atisbo de sombra de la pasada noche, todo parece blanco, puro, los colores son
vivos y así pasan las horas.
ATARDECER.
Algo cambia en el cielo, la luz no es tan intensa pero es
capaz de entrar hasta lo más hondo. De pronto un rayo rojo se desprende del
cielo y atraviesa el cuerpo. Es capaz de perforar el corazón y el estómago, y
el cerebro recibe la señal. Algo va mal, ya no funciona todo como es debido, ya
vuelve a hacer frío, el calor que se sentía durante todo el día ha disminuido,
ya no tiene fuerza. Por mucho que cada parte del cuerpo quiere evitarlo ahora
el cerebro habla y todos escuchan, ahora parece más sabio que nunca, la
decisión es clara, no hay vuelta atrás. La luz se desvanece, vuelve la noche,
irremediablemente.
Todo es cíclico, todo vuelve, volverá la luz ¿pero cuándo?
Esperemos que llegue el verano, el invierno ya está durando mucho.
NOCHE.
pronto llegará el verano para todos (:
ResponderEliminarUn texto muy reflexivo a la vez que emocional!, me ha hecho gracia esto tío, este mes nos ha dado por escribir casi a la par! jaja, ainns.... parecemos las tías con la regla.
ResponderEliminarUn abrazo! y espero que vaya todo genial por allí :)
jajaja qué pasará por nuestras cabezas... y de quién será la culpa...
ResponderEliminarDebemos de tener conexión mental, como los gemelos. ;) Además de que he pensado lo mismo cuando he leído tu último post, sin aun ver este comentario.
Cuídate y a ver si hablamos un día!!