martes, 6 de septiembre de 2011

¿te suena este cuento?

Mi hermana de 13 años sabe la verdad y así se la conté:


“Había una vez, en un asentamiento “UngaUnga”, mucho anterior a los Cromañones, por lo menos en la edad de los Picapiedra, un niño que todo lo preguntaba.


-Papá, papá, ¿por qué se hace de noche y luego de día? – Preguntaba el niño a su padre.
-Yo qué sé hijo. – Contestaba su padre.
-¿Y por qué se mueve el sol?, ¿y por qué por la noche sale la luna?, y las estrellas, ¿qué son papá?,  ¿a qué huelen las nubes? – Preguntaba insistente el hijo.

El padre, ya harto de escuchar al hijo, y al no saber la respuesta le contestó:

-Mira hijo, a qué huelen las nubes se lo preguntas a tu madre –sí, es un comentario machista, pero en esa época eran muy machistas-, con respecto a lo del sol y la luna y tal, algo te puedo explicar:

El Sol es un dios, un dios que nos vigila y nos protege durante el día, es el dios del fuego y por ello es el que calienta con la hoguera el interior de nuestra cueva. Pero es un dios algo arrogante, y no le gusta que le miren directamente, si lo haces te quema los ojos y te deja ciego. Por la noche sale su mujer, la luna, a pasear, y siempre va acompañada de un montón de doncellas blancas que son las estrellas.

El dios Sol es generoso, y de vez en cuando nos regala agua dulce del cielo, aunque a veces, si nos portamos mal nos tira mucha agua para que nos ahoguemos y lanza rayos de fuego que queman hasta los bosques. Por eso no hay que hacerle enfadar. 

Y así prosiguió el padre contándole historias inventadas a su hijo hasta que el hijo dejo de preguntar.

Al día siguiente, el niño se fue con los amigos y les contó las maravillas que su padre le había contado. Todos escuchaban atónitos el relato del pequeño. Cuando acabó el discurso, todos volvieron a sus casas y contaron lo que habían escuchado a sus padres.

En la aldea se generó gran conmoción por lo sucedido, pues al parecer alguien había dado con la solución para que los niños dejaran de preguntar “tonterías que no tienen relevancia para la vida”, según describían algunos. Por lo tanto se decidió formar un comité de sabios para regular y perfeccionar aquellas historias y que todos contaran las mismas.

Con el paso de los años estos niños fueron creciendo y se hicieron mayores. Formaron sus propias familias y tuvieron hijos. Cuando sus hijos empezaban a hacer preguntas estos lo tenían muy fácil, pues simplemente les contaban los cuentos que a ellos mismos les habían contado. En el caso de que alguna pregunta no tuviera solución iban corriendo a casa del sabio de la aldea, que era aquel que se había inventado aquellas historias, y les proponía una nueva.

En la aldea todos eran muy felices pues, fuera como fuese tenían la respuesta a todas y cada una de las preguntas. Y lo mejor de todo era que ellos creían que eran verdad y confiaban en el sabio.

El sabio siempre quería contarles que todo aquello era mentira, que se lo había inventado él, pero nunca encontraba el momento idóneo. Al poco tiempo el sabio murió sin desvelar el secreto. Con el paso de los años y del boca a boca, las historias del sabio fueron modificadas y cada vez eran más fantásticas, más mágicas y más maravillosas. Todos creían que eran verdad, e incluso creaban altares para rezar a los falsos dioses que el sabio había inventado.

El problema surgió cuando una persona se dio cuenta de que esto era mentira. Y en vez de desvelar el secreto decidió utilizar la gran influencia del viejo sabio para manipular a los ciudadanos.

-Yo estuve una vez con el viejo sabio y me dijo que para que el mar dé más peces hay que hacer una ofrenda al dios del mar una vez a la semana. Si queréis yo me encargaré de construir el altar en mi propia casa, ya veréis como la pesca se multiplica cada día.- Dijo en una ocasión para así obtener comida gratis.

Y así, día tras día, iba añadiendo más y más frases al legado del sabio. Se hizo muy rico a costa de los demás, e incluso lo nombraron sacerdote del poblado. Llegó a afirmar que podía hablar con el sabio muerto y rezar por todos los de la aldea.

Con el tiempo, las historias del sabio, muy modificadas por el paso del tiempo, se reunieron junto con más historias populares de otros poblados en un solo libro. Ahí estaba la verdadera religión, según afirmaban ellos, y lo denominaron “el libro sagrado”. Aparecieron también muchos profetas que interpretaban de maneras diferentes aquel texto.

Muchos fueron los que conquistaron y mataron por él, manipularon, quemaron, torturaron, saquearon, etc. Si aquel hombre sabio hubiera sabido en qué se iba a convertir aquel cuento para niños, hubiera preferido nacer mudo.”

El anterior relato es completamente inventado, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. ¿A quién se le ocurriría pensar que esto pudiese haber pasado así? 

4 comentarios:

  1. Yo tengo mi propia religión y trato de vivir el día a día de la manera más acorde con mis ideas y sentimientos, siguiendo los principios en los que creo, los que yo misma me he trazado. No me queda más que agradecerte por esta historia, pues la considero un regalo, una de las mejores analogías de lo que todos ya sabemos, y no podría estar más de acuerdo contigo y con aquel hombre sabio ;). Saludos!

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  2. xD, ¿quién puede pensar tal cosa? por favor... Vaya suerte tiene tu hermana tío, su hermano mayor le enseña estas cosas en vez de recomendarle peinados para ligar más. ;)

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  3. No se aleja de cómo yo lo había imaginado. Demuestra la falta de fundamento de las religiones y de las desigualdades.

    Saludos! :)

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  4. Ahora entiendo tu respuesta con respecto a religión en aquel café de la uni... Debí haber leido esto antes de preguntar jajaja... Buena analogía como dice Ana Lucia.

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