Orgulloso de ser un indignado.
“UN MISMO GRITO. Cuando las
expectativas del pueblo no se condicen con su realidad, nace el descontento;
cuando el Estado no responde, la indignación.” Así titulaba la portada del
periódico semanal “.edu”, de la Universidad Católica del Perú, universidad a la
que pertenezco en mi intercambio académico.
Fue una grata sorpresa el recoger ayer el semanario en la entrada de la universidad y encontrarme con el movimiento
15M de golpe. “El poder de la indignación. La disconformidad ante un sistema
que no satisface las expectativas que despierta es el motivo por el cual
ciudadanos de todo el mundo han salido a las calles a protestar. Ellos exigen
un cambio drástico en las políticas de gobierno. Los indignados están por todas
partes.” Y tanto que estamos por todas partes. El artículo recoge en particular
a los indignados españoles, los israelitas y los chilenos, mencionando también
la manifestación en Brasilia en contra de la corrupción del pasado día 7.
El informe explica los motivos
por los que tomamos la calle el 15M, volvimos a tomarla el 19J y volveremos a
tomarla el 15 de octubre (15O). También explica el caso chileno, en el que
piden una mejor educación a menor costo, y las manifestaciones del 14 de julio en Israel. Echo a faltar una mención a los griegos, pues ellos también han
formado parte de esta revuelta mundial por su situación. Lo que sí nombra es el
libro de Stéphane Hessel “¡Indignaos!”, (el cual recomiendo), proponiéndolo
como el origen del movimiento.
Quizás pensáis que una mención en
un periódico universitario tampoco es para tanto, cuando el Washington Post ya
nos dedicó una portada. Pero para mí es un símbolo. Ahora parece que se ha
enfriado un poco el tema y debe prender la llama de nuevo. Además, a modo
personal, al vivir en un país extranjero estás más desconectado y esto ha hecho
que vuelva a la carga, a mi manera, que vuelva a reflexionar y que me dé cuenta
del alcance que tiene el movimiento de los indignados. Aun recuerdo cuando
descubrí la página de “Democracia real ya” por casualidad, y como un loco
empecé a hablarles a mis amigos sobre el tema, no teniendo demasiado éxito al
principio. Ya me sorprendí bastante cuando alrededor de 500 personas se
concentraron en Castellón el 15M, y más me sorprendí cuando más de 5000 lo hicieron
el 19J.
Nunca he sido patriótico, pero
cuando te encuentras a casi 10.000 Km de “la terreta”, y más en un continente
donde tus antepasados han causado estragos, encontrarte con este tipo de cosas
hace que te sientas orgulloso de donde vienes, pues yo soy un indignado más y
vengo del país de los indignados.
Y recuerda, el 15 de octubre
volvemos a tomar la calle. ¡Motivos nos sobran, solo nos faltas tú!
^_^...Recogí el ".edu" el lunes a las 6:47h, lo estuve leyendo en el aula desde las 6:55h, y cuando comenzó mi clase, 7:17h, lo guardé y supe que si lo leías algo así pasaría. Ahora entiendo los ánimos en la conversación del almuerzo. Valió la pena esperar en silencio a que te manifestaras!
ResponderEliminarNo sabes como me alegra lo que cuentas en tu post.
ResponderEliminarEsperemos que los efectos de este movimiento poco a poco se vayan forjando, y al menos haga a la gente pensar y reaccionar ante las injusticias.
Me temo que tras el 20 de noviembre, va a hacer mucha falta.
Un saludo
¡Buenas! vaya sorpresa el volver a la "conexión" y encontrar tus comentarios por mi blog y esta entrada aquí, gracias! ;).
ResponderEliminarLa verdad es que me ha sorprendido gratamente que un periódico universitario peruano haga eco de todo el movimiento del 15M, ya que eso resalta todavía más el hecho de que estamos haciendo historia. No sé a que derivará esto, si la sociedad cambiará a mejor o a peor, pero lo que si que sé es que por lo menos la gente ha protestado y protesta, y eso es para enorgullecerse. A decir verdad, personalmente asisto a manifestaciones y demás no tanto por el "debemos cambiar las cosas" sino quizás más por el "soy fiel a mis ideales", es por decirlo de algún modo el no traicionarse a uno mismo, y poder pensar que no es tú indiferencia la que permite que las cosas vayan mal.